lunes, 30 de enero de 2017

El niño internado


Se llamaba Leonardo, habitaba en una pequeña litera posicionada en un gran cuarto con otros quince niños huérfanos y abandonados. Este joven, en verdad, era un niño que pensaba que llorar no era de hombres y tan solo de afeminados. Estos pensamientos tan comunes en adolescentes, deambulaban por la cabeza de nuestro protagonista debido a las situaciones tan injustas que le proporcionó la vida. Dicen que con  tantos golpes contra la misma piedra, uno madura rápido. En su metro treinta y algo de estatura, tenía una cosa qué pese a su pequeña edad, sabía usar sabiamente, su corazón. Pese a su situación, siempre era el más entregado a todo el mundo, hasta que un día, se dio cuenta de que no era correspondido, de que todas y cada una de las cosas que hacía para complacer a los demás eran en vano, algo así como hacer hoy un buen acto y al día siguiente, nadie recordar absolutamente, nada. Vivía así, un día sí y otro también.

En el crepúsculo de la noche, se encontró con Estefanía, enfermera de guardia en el centro de acogida, de esta manera, ella relata:
No lo conocía de hace mucho tiempo, pero el suficiente como para saber que mil cosas le rondaban por la cabeza y le quitaban el sueño, produciéndole insomnio. Él es una persona alegre y risueña por costumbre, sueña con llegar a la Luna, quizás, algún día. Cuando le vi tan apagado, supe que algo había sucedido, de este modo, me explicó que él daba siempre todo cuanto estuviera en su mano para la gente sin esperar nada a cambio, esa era su filosofía de vida. Hasta que se encaminó una persona en su vida a la que otorgaba momentos, pero la cual, solo le veía como su hermano pequeño, el cual le atribuía mucha ternura. Finalmente, ahí estaba, como nunca lo había visto, arrinconado, con los ojos llorosos, convirtiéndose en el niño que verdaderamente es, tan solo buscando el apoyo de su madre ausente. 



Os tengo que dar las gracias una y mil veces por vuestras visitas y apoyo mostrado en el anterior texto. Me habéis ayudado a compartir más trozitos de mí. Si veo que este micro-cuento gusta a la gente y así me lo hacéis notar, a través de likes, comentarios, me gustas y compartidos en las distintas redes sociales que tengo, me pensaré subir una segunda parte, gracias de nuevo. Aquellos que no me conocéis, podéis encontrar mis redes sociales visitando mi página de google, situada al lado de la entrada; de todas formas, mi instagram es @daama_98, quien quiera escribirme, podrá hacerlo, gracias.

viernes, 20 de enero de 2017

Inspiración de la route 66

               Desde Chicago a Santa Mónica te quiero yo. 

Dichosa ruta 66, que ansiada y conocida que es. 3945 son los kilómetros que podría recorrer a tu lado en uno de nuestros millonarios viajes. Soñando, que ilusa y que bien se está en otra galaxia contraria a la tierra. Te pienso montado en una Harley mientras te abrazo para no caernos y tener un accidente, mientras a 120km por hora mi pelo vuela y me puedo sentir libre a tu lado. Pero, ¿a quien quiero engañar? ¿Yo sentirme libre a tu lado? Sino me tuvieras atada y amordazada a la cama día tras día, tal vez pudiera fantasear con la idea de mi ruta favorita.


Pasear por Springfield, y no precisamente por la tienda, pasando por Santa Fe para acabar en los Ángeles, deseando perderme por allí y que algún que otro personaje me recoja de la miseria que es estar en tus brazos. Me prometiste el mundo entero, y en cambio, mírame, solo me has sabido llevar a la más profunda tristeza y agonía que he sentido nunca, que no sabía que se podía llegar a sentir tan fuerte, como si el mismo alma se estuviera resquebrajando. Pero es que en realidad, ya es hora de pensar en mí, antes me levantaba con ganas de comerme el mundo, y ahora si me como mis lagrimas cada día, ya es suficiente. ¿Dónde has dejado mis sueños, mis ganas de reir y de flotar por un mundo soñado y de color? En cambio, me has traído de vuelta a la vida, al mundo gris, donde todo son lamentos y frases como “no llego a fin de mes”.


Pd: Nunca me he atrevido a compartir ninguno de mis textos y aquí va uno, así que, dadle amor porfa.