Desde Chicago a Santa Mónica te quiero yo.
Dichosa ruta 66,
que ansiada y conocida que es. 3945 son los kilómetros que podría recorrer a tu
lado en uno de nuestros millonarios viajes. Soñando, que ilusa y que bien se
está en otra galaxia contraria a la tierra. Te pienso montado en una Harley
mientras te abrazo para no caernos y tener un accidente, mientras a 120km por
hora mi pelo vuela y me puedo sentir libre a tu lado. Pero, ¿a quien quiero engañar? ¿Yo sentirme libre a tu lado?
Sino me tuvieras atada y amordazada a la cama día tras día, tal vez pudiera
fantasear con la idea de mi ruta favorita.
Pasear por Springfield, y no precisamente por la tienda,
pasando por Santa Fe para acabar en los Ángeles, deseando perderme por allí y
que algún que otro personaje me recoja de la miseria que es estar en tus
brazos. Me prometiste el mundo entero, y en cambio, mírame, solo me has sabido
llevar a la más profunda tristeza y agonía que he sentido nunca, que no sabía
que se podía llegar a sentir tan fuerte, como si el mismo alma se estuviera
resquebrajando. Pero es que en realidad, ya es hora de pensar en mí, antes me
levantaba con ganas de comerme el mundo, y ahora si me como mis lagrimas cada
día, ya es suficiente. ¿Dónde has dejado mis sueños, mis ganas de reir y de
flotar por un mundo soñado y de color? En cambio, me has traído de vuelta a la
vida, al mundo gris, donde todo son lamentos y frases como “no llego a fin de
mes”.
Pd: Nunca me he atrevido a compartir ninguno de mis textos y aquí va uno, así que, dadle amor porfa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario